jueves, 19 de enero de 2017

EN RUTA, CUARTA ETAPA. (BURDEOS)


Burdeos es una agradable ciudad del sur de Francia, situada a orillas del río Garona, a muy pocos kilómetros de su desembocadura en el Atlántico y a algo menos de 200 kilómetros de la frontera española.


Es una ciudad relajada, muy volcada a la orilla del río, donde se encuentra el famoso Puerto de la Luna, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. La orilla del Garona ve como el centro de la ciudad de Burdeos se concentra a su paso y abre en su lado izquierdo el centro histórico de una ciudad de edificios de piedras, que alterna algunas grandes avenidas con callejuelas estrechas y amplias plazas con bellas fuentes o acogedoras terrazas donde, cuando el tiempo lo permite, sentarse a comer, tomar un café y ver pasar la vida.

Burdeos es una ciudad tranquila, ideal para pasear a pie o en bicicleta, con distancias cortas, edificios señoriales y una red de transporte público no muy extensa, pero que para el tamaño de la ciudad resulta muy adecuada. Pintoresca, aunque tampoco excesivamente monumental, se puede ver perfectamente en un día.

No obstante, Burdeos es también un referente mundial en el mundo del vino por sus excelentes caldos. Quien la visite, tendrá la oportunidad de visitar las bodegas de muchas de las pequeñas localidades que la rodean, entre las que destaca la conocida Saint-Emilion. En la ciudad también se puede apreciar esta vocación vinícola, con numerosas tiendas dedicadas al vino.

Burdeos resulta una buena excursión desde España. La proximidad de la frontera permite que, para algunas zonas, sea factible conocerla en una excursión de un día. También el incremento de vuelos de bajo coste desde su aeropuerto la han convertido en una referencia muy válida para pasar un fin de semana desde otras zonas de España o como punto de partida para una ruta por el sur de Francia.

Burdeos es un bonito lugar que queremos presentaros en esta guía. Disfrutad de vuestro viaje.

No podemos decir que Burdeos sea uno de los destinos turísticos más conocidos de Francia, pese a ser una de las principales referencias urbanas de la Costa Atlántica francesa. Es la capital de la región de Aquitania, que se extiende desde la frontera española hasta el río Garona y cuenta con algo menos de 250.000 habitantes en su núcleo urbano y de un millón en el área metropolitana. Está situada a unos 200 kilómetros de la frontera española.


La historia de la ciudad tiene algunas épocas sobresalientes. En tiempos de los romanos, Burdeos fue una ciudad relevante en el Imperio y en la Edad Media vivió un importante desarrollo, gracias al impulso del comercio del producto más famoso de la región –el vino-. Sin embargo, la gran época de esplendor de la ciudad llega en el siglo XVIII, cuando urbanistas y arquitectos transformaron el centro de la ciudad y crearon un trazado urbano y una serie de imponentes edificios señoriales que son los que hoy marcan el paisaje del centro de la ciudad de Burdeos. 

El río Garona es el eje alrededor del cual ha crecido la ciudad. Para ser precisos, no podemos decir que Burdeos se encuentra exactamente en su desembocadura, pero sí que es una ciudad muy relacionada con el Atlántico. Desde allí, el Garona se va ensanchando en la zona que se denomina la Gironde hasta desembocar en el Océano Atlántico, a unos 100 kilómetros al norte de la ciudad. 

En el Blog de VoyaInternet.com: Burdeos: Una ciudad de buen vino volcada al Garona

Por el río llegaban antiguamente los grandes barcos hasta el centro de la ciudad, lo que da a Burdeos un carácter marcadamente atlántico, aun estando situada a unos kilómetros de la costa. Aquellos barcos llegaban al del llamado Puerto de la Luna, que más que un muelle en sí responde a toda la zona de la ciudad histórica de Burdeos que la rodea y que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2007. 



La orilla del Garona y el Puerto de la Luna son el lugar predilecto para el paseo de los bordeleses. Las dos orillas del río están bastante descompensadas en atractivos turísticos y población, por lo que casi todos los puntos de interés y zonas monumentales de la ciudad están situadas en el lado oeste –la orilla izquierda- del río. A lo largo de ella tenemos un larguísimo y amplio paseo desde el que podremos contemplar diversas vistas de la parte de la ciudad más volcada al río y los puentes que la cruzan. 

La geografía de la ciudad nos ayuda a tener muy buenas vistas desde casi todos los puntos del paseo, ya que el Garona atraviesa Burdeos haciendo una leve curva en forma de media luna (quizá de ahí le pueda venir el nombre al Puerto de la Luna), lo que nos permite tener vistas muy amplias de toda la zona. 

La parte más interesante para el paseo junto a la orilla del Garona es la zona comprendida entre la Porte de Boulogne– en el sur de la ciudad- y el centro comercial y de ocio de los Quais des Marques, en el norte. Son aproximadamente unos dos kilómetros y medio de paseo peatonal rodeados de jardines, paseantes y ciclistas, circundados por el río Garona, por la derecha, y algunos de los edificios más representativos de Burdeos, por la izquierda. El recorrido podemos hacerlo también en barco turístico o en tranvía (con transbordo en la parada de Quinconces). 


De sur a norte, comenzamos nuestro recorrido por la orilla del Garona frente a la Porte de Boulogne y el Pont de Pierre, dejando a nuestra izquierda edificios con elegantes fachadas de piedra. A pocos metros, nos encontramos con la estampa de la Place de la Bourse, una de las más representativas de la ciudad, con sus edificios de piedra, su fuente en el centro y abierta al río por uno de sus lados. Si lo vemos desde el río, la vista se completa con una lámina de agua a modo de espejo donde se reflejan las interesantes fachadas de piedra. 


Si queremos adentrarnos en el centro histórico de la ciudad, podemos atravesarla y callejear por ella, pero seguiremos junto al río, dejando de lado por el momento el Burdeos más antiguo, hasta llegar a la zona de la Esplanade des Quinconces, zona ajardinada que sirve como cruce de caminos de la ciudad y uno de los puntos de referencia de Burdeos. 



Quinconces tiene también un importante aspecto práctico como punto de referencia de Burdeos, ya que en la plaza y sus alrededores se concentran muchas paradas de los autobuses urbanos –entre ellas, la del que va al aeropuerto de Merignac- y sirve como punto de enlace para dos de las tres líneas de tranvía que recorren la ciudad –entre ellas la verde, que llega hasta la estación de ferrocarril de Saint Jean-. Allí se encuentra también la Oficina de Turismo. 
Desde Quinconces hasta el norte, se prolonga el paseo peatonal a orillas del Garona por zonas algo menos monumentales, pero también agradables para recorrer a pie, en patines o en bicicleta –la ciudad es muy llana y muy cómoda para los ciclistas-. El recorrido más turístico del Garona en Burdeos concluye en la zona comercial y de ocio del Quai des Marques, que no deja de ser un gran centro comercial al que se le ha querido dar el estilo de un outlet, pero con el atractivo de ocupar los antiguos embarcaderos y estar volcado al río. Ocupa un espacio importante y alargado, con el paseo del Garona como eje principal. A un lado se encuentra el río y, a otro, con una zona de soportales, aparecen comercios y terrazas de restaurantes. Muy frecuentado los domingos. 

En el centro de Burdeos, dos calles destacan sobre las demás: La Cours du Chapeau Rouge o Cours de l’Intendance (dependiendo de la parte de su recorrido), elegante, limpia, señorial, compartida por los peatones y el tranvía y rodeada por edificios de piedra color crema. 


Por otra, perpendicular a ésta, la Rue de Sainte Catherine, una de las principales calles comerciales del centro de la ciudad, peatonal, pero mucho más estrecha y algo menos brillante que la anteriormente citada. Cruza de norte a sur todo el centro histórico y prolonga su recorrido, cada vez de un modo menos elegante, en la Place de la Victoire. 


La Esplanade des Quinconces sirve como límite norte a la parte más tradicional del centro histórico y, junto a ella, aparecen una serie de calles amplias, avenidas y edificios señoriales conocidas como el Quartier des Grands Hommes, una zona que muestra los estilos arquitectónicos y urbanísticos de los años de la Revolución Francesa. Un espacio de terreno relativamente reducido –más conocido por los habitantes de Burdeos como el Triángulo, por tener esta forma- con calles amplias, donde se concentran algunos de los principales comercios y cafés de la ciudad y edificios tan interesantes como el Grand Theatre. Siempre es un placer callejear por estas avenidas antes de internarse en alguna de las callejuelas del Vieux Bordeaux que las rodean. 


El Vieux Bordeaux (el Antiguo Burdeos) está situado unos metros más al sur, y en él nos vamos a encontrar una imagen muy diferente a la del Quartier des Grandes Hommes, con callejuelas pequeñas, oscuras, en algunos casos con edificios antiguos o en un mal estado de conservación, pero que nos van a sorprender de vez en cuando con plazas o rincones curiosos. 

Así sucede cuando llegamos a la agradable plaza donde coinciden la Catedral de St. André con el Ayuntamiento, las plazas del Parlamento o de Saint Julien o la Torre de la Campana (Grosse Cloche), con la que topamos casi sin esperárnoslo, empotrada entre callejuelas, junto a la Iglesia de St Eloi. 

Podemos recorrer con mucha calma todo el centro histórico de Burdeos en apenas una mañana. No es una ciudad con monumentos especialmente relevantes para el turista, pero sí que habrá lugares y rincones que agradarán al visitante. Si el tiempo acompaña, es un lugar fantástico para descubrirla lentamente, a pie, sin prisas y disfrutando de su calma y tranquilidad con el paseo o, simplemente, viendo pasar la vida en alguna de las terrazas de los cafés del centro.


Burdeos es mundialmente famosa como destino del turismo vinícola y, sin duda, las viñas y bodegas de sus alrededores son una visita casi obligada si viajamos a la ciudad. La región de Burdeos cuenta con 113.000 hectáreas de viñedos, 60 denominaciones de origen diferentes y una producción de cerca de 800 millones de botellas. 
La propia oficina de turismo de Burdeos es consciente de la importancia de este tipo de visitas en su oferta de actividades y nos podrá asesorar a la hora de elegir qué bodegas visitar o por donde movernos. Si podéis pasar por la Oficina de Turismo de la Esplanade des Quinconces, os recomiendo que os hagáis con el mapa-folleto Decouverte du vignoble, donde podréis ver las diferentes zonas, bodegas y el tipo de producción de cada una. 

La primera recomendación si queremos hacer turismo relacionado con las bodegas y los vinos de la zona por nuestra cuenta es disponer de un coche para movernos con libertad. Si no conducimos, tenemos dos opciones. Podemos unirnos a alguna de las excursiones organizadas que ofrece la oficina de turismo –lo que supone que no tenemos que preocuparnos del transporte o la ruta, pero nos impide decidir por nosotros mismos qué queremos ver y cuánto tiempo le dedicamos- o bien recurrir a la alternativa más fácil en transporte público, que es llegar en tren al pintoresco pueblo de Saint Emilion (a unos 40 kilómetros de Burdeos). 

Alrededor de Burdeos hay diferentes zonas vinícolas, cada una con sus propias particularidades y variedades. Por ejemplo, al noroeste de Burdeos, en la zona de la orilla izquierda del Garona –la Gironde- casi hasta su desembocadura, se encuentra la zona de Medoc, con fantásticos tintos. Por su parte, el sur y este de Burdeos son zonas más especializadas en blancos, mientras que al noroeste vuelven a predominar los tintos en las zonas de Libourne y Blaye

Realmente se me hace difícil recomendar una serie de Chateaux y viñedos que visitar dentro de una zona con tantísima variedad, aunque nombres habituales en las excursiones son los del Chateau Pape Clement –en Pessac, muy cerca de la ciudad de Burdeos, y al que podemos llegar en tranvía-, Chateau Lanessan y Maucaillou –en Medoc- o CorbinLa Couspade o Fombrauge –en la zona de Saint Emilion-. Prácticamente todos los chateaux de la zona ofrecen visitas guiadas y degustación de productos e, incluso, algunos de ellos organizan sus propias sesiones de cata o han integrado un hotel donde alojarse. 
Las dos zonas más habituales en las rutas del vino son las de Medoc y los alrededores de Saint Emilion que, aparte de ser zona vinícola y de contar en sus proximidades con más de 90 chateaux productores diferentes, ha sido declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO.

Saint Emilion es un pueblo de algo más de 2.000 habitantes, situado a unos 35 kilómetros al noreste de Burdeos. Entre sus grandes atractivos están sus calles estrechas y empinadas y una zona subterránea con catacumbas medievales que es uno de los grandes atractivos del pueblo. Hay, además, importantes edificios religiosos como la Ermita de San Emiliano –donde se dice que residió el santo-, capillas como la de la Trinidad o de la Madeleine o la llamada iglesia monolito, excavada en la roca del pueblo. Aparte de ello, Saint Emilion es el centro de muchísimas rutas que recorren los viñedos y las bodegas que la rodean.

El trayecto a Saint Emilion desde Burdeos en coche es bastante sencillo y rápido y nos permite disponer de libertad para movernos por los viñedos de la zona. Sin embargo, el transporte público es una opción también muy válida. Los trenes desde Burdeos salen de la estación de Saint Jean aproximadamente cada 50 minutos y tardan poco más de media hora. El precio está por debajo de los 9 euros por trayecto. 

Si no se puede o quiere hacer una excursión por los viñedos y bodegas cercanos a Burdeos, hay también otras posibilidades para disfrutar de la experiencia del vino en la ciudad. Aparte de alternativas muy cercanas al centro, como Pessac, la propia ciudad de Burdeos cuenta con numerosas tiendas especializadas en el vino de la región y restaurantes y bares que organizan actividades de cata y degustaciones. 

El lugar más representativo del vino de la ciudad es La Maison du Vin de Bordeaux, situada en un edificio del siglo XVIII y sede del Consejo Interprofesional del Vino de Burdeos. Allí se encuentran la Escuela del Vino, con cursos de iniciación y perfeccionamiento para los aficionados que incluyen catas, cursos intensivos o fines de semana enológicos. Hay, también, para quien quiera degustar las diferentes variedades de vinos de Burdeos un bar de vinos abierto al público en general. 


Otra opción interesante en este sentido es Planete Bordeaux, una mezcla de museo, tienda y bodega situada a unos 15 kilómetros del centro de Burdeos. Y, finalmente, si queremos conocer la vertiente más cultural del vino, podemos acercarnos al Musee du Vin et du Negoce, en la rue Borie, donde nos presentan cómo era la vida de las grandes familias bodegueras de Burdeos. 

La experiencia gastronómica de Burdeos está fuertemente ligada al mundo del vino. Es más, muchos bares y restaurantes ofrecen catas de vinos. sesiones de maridaje de vinos con diversos alimentos y menús completos en los que los vinos de la región son una parte fundamental. 
Existen también los llamados Bars à vin, ideales para quien quiera disponer de una gran variedad de caldos y realizar actividades relacionadas con ellos. Entre estos, destacan el Bar á vin, en la Cours XXX Juillet; el Café Rouge, en la Rue de Saint Remi o Le Wine Bar, en la Rue des Bahutiers, también está dentro de las recomendaciones habituales. Algunos de estos bares especializados en vino, como los dos citados en último lugar, ofrecen también servicio de restaurante y menús completos. 
Una buena opción para comer en Burdeos es hacerlo en alguno de los cafés o bistrós con terraza de la zona central de la ciudad, con menús y platos del día relativamente económicos y el encanto de poder sentarse en una terraza o frente a una cristalera desde la que se ve pasar la vida de la ciudad. Le Regent, junto a la Place Gambetta, es una buena opción –aunque algo cara- y, si preferimos la zona de la Catedral y el Ayuntamiento, junto a éste nos encontraremos también con Le Bistró du Museé con una terraza muy tranquila. En la zona del Quartier des Grands Hommes, hay más opciones de este tipo. 
Hay algunos restaurantes de precio medio bastante recomendados en los foros de viajeros. Le Loup, pequeño y céntrico; o la braserie Les Negociants, en la Place des Quinconces. Son opciones interesantes para quien busque un precio medio. 
Aparte de estos establecimientos de precio medio, Burdeos tiene también excelentes restaurantes de alta calidad a unos precios más elevados. Ejemplos de ello son Le Gabriel, en la Place de la Bourse; Le Chapon Fin, en la Rue de Montesquieu o Le Pressoir d’Argent, en la Cours de l’Intendance. 
Para quien ande más justo de presupuesto, siempre queda la opción de los establecimientos de comida rápida y pequeñas tiendas de bocadillos que hay en la ciudad. La zona sur de la Rue de Sainte Catherine y la Cours de la Marne es bastante fea, si bien aquí podremos encontrar este tipo de opciones económicas. También en la zona central de la ciudad podemos encontrar establecimientos de las cadenas de comida rápida habituales. 


La bebida de la ciudad es, por supuesto, el vino. Pero Burdeos cuenta también con otras especialidades gastronómicas. El acceso a algunas de ellas dependerá de lo que estemos dispuestos a gastarnos durante la cena, pero otras podremos probarlas sin un gasto excesivo. 
Como en casi toda Francia, los quesos y los patés son excelentes. Las sesiones de maridaje con los vinos de la tierra suelen tenerlos como protagonistas. En Burdeos, aparte del foie-gras habitual, podremos disfrutar de platos de apariencia similar al paté como el gratton de Lormont. También hay buena charcutería, con el grenier medocain como producto principal. Otra curiosidad típica de la gastronomía de Burdeos son los caracoles, que tradicionalmente son consumidos el miércoles de ceniza. 
Dentro de las carnes, destacan el cordero, el buey y el entrecote de Burdeos. Hay excelentes braseries en la ciudad donde se pueden disfrutar de ellas. En lo que respecta al pescado y al marisco, las elecciones son un poco más elitistas y quizá se salgan del presupuesto de más de un viajero: las ostras de Arcachon, las angulas o la lamprea son algunas de las especialidades locales. 
Y, como no, la repostería y los dulces. Hay que destacar, antes que nada, la excelente calidad de la panadería y la repostería local. El sabor del pan y la bollería es excepcional. En lo que se refiere a los dulces, los macarons son habituales- tanto a la hora de comer como de llevarlos como regalo de la ciudad-. Se trata de una especie de medallones de barquillo de distintos colores rellenos de algún tipo de pasta, principalmente a base de almendra. Otro pastel típico de la ciudad es el canelé y, para completar las especialidades, podemos acudir también a las noisettines, almendras envueltas en almíbar y caramelo caliente.


Por último añadir un poco de música que nos acompañe en la ruta y en el paseo por la ciudad.




Espero que os resulte interesante.

Homo Scooterus.

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